Tomate Valenciano, rico, rico
Encontrarse con un Tomate Valenciano es sentir amor a primera vista de los sentidos. Rojo, verde o rosáceo, esta variedad de tomate es el dueño y señor de la Huerta Valenciana.
Todo un juego y crisol de texturas y sabores, el Tomate Valenciano se puede tomar sólo, con aceite y ajo, en ensalada o acompañado de salazones, encurtidos o quesos. Rico en vitaminas A, B y C, el Tomate Valenciano estuvo a punto de desaparecer en los años 70 del pasado siglo, cuando se intentó su intentó su cultivo (fallido) en invernaderos… y cuando los terrenos de arena en los que se cultivaba comenzaron a desaparecer bajo las torres de apartamentos para veraneantes. Afortunadamente, el Tomate Valenciano sobrevivió…y goza de buena salud, sus precios se mantienen estables y hasta las grandes superficies lo muestran como producto único y diferenciado: uno de los pocos tomates del mercado que saben a tomate.
Tradicionalmente cultivado sobre la arena del litoral valenciano, junto a las dunas que protegían las matas de los azotes del viento, se regaba con aguas con un punto de salinidad. Cuando las dunas fueron desapareciendo, los agricultores las sustituyeron por humildes -pero eficaces- empalizadas de madera que proporcionaban a las tomateras el mismo efecto protector contra el viento que las desaparecidas dunas. De esta forma, el mar y la arena del litoral fueron haciendo lo que hoy se conoce como Tomate Valenciano… un tomate que ni sabe -ni quiere saber- de conservantes y cámaras frigoríficas; que tiene que ser consumido al poco de ser arrancado de la mata. Éste es el Tomate Valenciano.